domingo, 14 de febrero de 2021

EXPOSICIÓN OBRA GRÁFICA Y ESCULTURA.

Elisa Cuéllar Sepúlveda.

HKS

Hochschule für Künste im Sozialen.

Ottersberg (Alemania).

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Moldear el Infinito.

La creación artística es pura cuando sale de lo más profundo sin que ninguna atadura la coarte. El artista produce su manifestación creativa en la búsqueda de la belleza expresiva de su alma. Este espíritu creador revolotea entre las manos del escultor, pintor, músico, sin que éste en muchos casos pueda atemperarlo. La obra creada se emancipa y busca su propio devenir surcando emociones imprevistas. El contemplador revive para sí lo que el inventor ha liberado. Lo contemplado como esencia exteriorizada del creador se funde en el ánimo del observador. La propuesta artística de Elisa Cuéllar se nutre de estas premisas. El albor creativo de esta artista augura una secuencia de modulaciones de hondo calado.

Si nos adentramos en las laberínticas ondulaciones de sus trabajos sobre papel podríamos escudriñar las configuraciones del Infinito. Símbolo sin principio ni fin que Cuéllar moldea a su antojo en un movimiento estelar de gran dinamismo. Adivinamos arabescos propios de un orbe abstracto que anhelan unirse en una totalidad astral. La elegancia del trazo y su serpentear cósmico nos envuelve y embelesa en un tránsito interestelar. Los agujeros negros ahora se transmutan en siderales profundidades de un blanco níveo. La mirada queda atrapada en esos luceros insondables que surgen  entre el flamear en negro y gris de las espirales. La energía creativa del Ying y el Yang como manifestaciones de una divina presencia sacuden la mano del artista. Ésta se mece acunada por un valor expresivo que invita a un trasunto místico. Lo blanco y lo negro, lo vacío y lo lleno, lo oscuro y lo luminoso se regocijan mutuamente en una danza perenne. El efecto óptico plasmado por Elisa invita al espectador a un viaje hacia profundidades insospechadas. La mano sutil y delicada de la artista es en este momento firme y segura como una guía que te conduce por senderos vertiginosos ya transitados.

Lo femenil como cualidad inspiradora de la creación artística alcanza un frenesí sublime en el quehacer escultural de Cuéllar. La arcilla entre sus manos se transforma en un abanico de figuración abstracta plena de movilidad y soltura. Surgen aladas formas que tienden a escabullirse, volúmenes armónicos de proporciones cabales, espacios cóncavos en los que sumergirse. El barro se moldea en una esculpida naturaleza que se esconde tras formas sugeridas. La silueta escultural se perfila a través de una feminidad manifiesta. Se superponen los planos, se entrecruzan las dimensiones, se intercambian las alturas y la talla alcanza un relieve tridimensional ágil y fresco. Hay un mundo atávico insinuado en cada trazada de la tierra moldeada. La masa domeñada presenta una pulida textura de exquisita elegancia.  Lo clásico en las manos de esta escultora se vela en una figuración renovada de propuestas innovadoras. Florece entonces el blanco nacarino en la fina ejecución de la artista para mitigar cualquier atisbo de incertidumbre. El yeso cincelado cobra una corporeidad marmórea en una sinfonía de ángulos, concavidades y protuberancias esféricas.

Toda creación requiere valor y destreza, liberar miedos y expresar grandeza, sortear vacíos y alcanzar certezas. Los que se quedan en la orilla no descubrirán los fabulosos tesoros escondidos en las profundidades. El que busca encuentra y el que encuentra crea. Aprehender el Infinito es moldear el alma y esculpirse uno a sí mismo es tallar con finura el corazón. He aquí la declaración artística de una novel y no por ello menos virtuosa orfebre: Elisa Cuéllar Sepúlveda.

 

                                                                                                 Manuel Felipe Cuéllar Lozano.

 














Carmona, ciudad de mil y una civilización.